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Declaración para conmemorar el Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer

 

La alcaldesa de Fuengirola, Ana Mula, ha dado lectura hoy en el vestíbulo de entrada del Ayuntamiento a un manifiesto con motivo de la conmemoración del Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer, que se celebra este próximo lunes, día 25 de noviembre. El texto muestra la  repulsa de la sociedad fuengiroleña hacia este tipo de violencia e insta a que toda la sociedad se implique para acabar con esta lacra, pues nadie puede permanecer ajeno a ella:

Hace 20 años la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, para denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo y reclamar políticas en todos los países para su erradicación. En la declaración se reafirmaba que la violencia contra la mujer era un obstáculo para el logro de la igualdad, el desarrollo y la paz; y un atentado a los derechos humanos de las mujeres y sus libertades fundamentales. Con ello, la ONU asumía las reivindicaciones de las organizaciones de mujeres que durante los años 80 iniciaron la conmemoración en este día en recuerdo del asesinato de las tres hermanas Mirabal en República Dominicana.

 En 1999 se promulgó por la Asamblea General de Naciones Unidas el 25 de noviembre como “Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres”, ese mismo año la Unión Europea declaró el “Año europeo contra la violencia hacia las mujeres”, por ello, es motivo de gran tristeza que, desde 1999, no haya habido ni un solo año en el que no se haya tenido que recordar dicho aniversario. Que sigamos conmemorando este día quiere decir que nuestra sociedad no ha sido capaz de erradicar esta lacra.

 Por el contrario, cada año, lejos de eliminarse, este fracaso de todos, que afecta a mujeres y a sus hijos e hijas de todo el mundo, se perpetúa y, en algunos lugares, incluso va ganando terreno. Lo demuestran las cifras, tan estremecedoras, que conocemos a diario. En el mundo, los datos con que contamos son demoledores. Según informes de ONU-Mujeres: 700 millones de mujeres que viven actualmente en todo el mundo se casaron antes de los 18 años; Entre 120 y 140 millones de mujeres de 28 países del mundo han sido objeto de mutilación genital; Más 5 mil mujeres son asesinadas por crímenes de honor cada año en países como India, Bangladésh o Pakistán; Se calcula que 68 millones de niñas han sido víctimas de abortos y feminicidios selectivos en la población mundial; Casi 21 millones de personas en el mundo son víctimas de la trata con fines de explotación sexual, de las cuales el 78% son mujeres y niñas; Los últimos datos en América Latina proporcionados por CEPAL son una muestra más de la pandemia mundial de violencia machista que sufrimos las mujeres en el mundo: al menos 2.795 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 23 países de América Latina y en el Caribe en 2017; Las mujeres migrantes y las mujeres refugiadas son víctimas de violencia durante su huida de los países de origen, en una proporción aún sin cifras conocidas.

 En el ámbito del Consejo de Europa, el Convenio de Estambul, ratificado por España en 2014, reconoce diferentes formas de violencia contra las mujeres, más allá del ámbito de la pareja, como una violación de los derechos humanos y como una forma de discriminación, considerando responsables a los Estados si no responden de manera adecuada.

 Pero los marcos legales por sí solos no son suficientes; deben ir acompañados de recursos con los que dotar planes de acción que desarrollen medidas eficaces. Para ello, el Pacto de Estado contra la Violencia Género de 2017 debe continuar con sus funciones de prevención e intervención, precisando de la máxima involucración institucional y evaluación continuada de las medidas para adaptarlas a una realidad cambiante.  La violencia de género ya no es tema privado sino público, un gravísimo problema de preocupación colectiva, cuya persistencia se constata diariamente.

 En nuestro país, desde 2003 han asesinado a 1.020 mujeres y a 30 menores, a las que hay que sumar madres y hermanas, mujeres prostituidas y aquellas otras asesinadas por el hecho de ser mujer. En lo que va de año en España, han sido asesinadas por violencia machista 49 mujeres, una más que en todo el año pasado. Andalucía encabeza esta macabra lista con once mujeres asesinadas. Entre ellas está Leonor, nuestra vecina, que fue la primera víctima en nuestra región. Siempre la tendremos muy presente.

 Por edades, el grupo más numeroso al que afecta esta situación es el de mujeres entre 41 y 50 años, seguido de las mujeres con entre 21 y 30 años. Veinticinco de las víctimas mortales eran españolas. Solo en nueve casos había denuncias previas contra el agresor. Unos datos que nos describen una realidad difícil de asumir en un país que celebró, el pasado 2018, el 40 aniversario de su Constitución, de su vida en democracia, pero sin dar una solución a este grave problema. Ante esta realidad incontestable no podemos acostumbrarnos sólo a discursos emotivos e indignados sobre la violencia contra las mujeres, ni caer en el desánimo por su persistencia o la pasividad frente a planteamientos negacionistas. Hay que hablar de soluciones y estas pasan por no tolerar la violencia de género. 

 Por otro lado, concretando en relación a la violencia sexual, las cifras no dejan de crecer, según la memoria de la Fiscalía General del Estado relativa a 2018 ésta manifiesta su preocupación por el incremento de la violencia de naturaleza sexual, por las agresiones sexuales en grupo   y la ejercida a través de redes sociales entre adolescentes y jóvenes. Un desagradable ejemplo ha sido el caso de la Manada, que ni mucho menos, ha sido el único de agresión múltiple que ha tenido lugar desde entonces en España. Apenas cuatro meses después de lo que ocurrió en Pamplona, se repitió en Mataró y también en la otra punta de España, en Cádiz.

 Es evidente que algo está fallando en nuestra sociedad, cuando la violencia de género afecta también a las parejas de adolescentes cuya implicación ellos mismos reconocen. Desde esta perspectiva resulta prioritario actuar en la infancia, la adolescencia y la juventud, para generar un cambio que transforme los actuales modelos de pensamiento y conductas sexistas. Y lo primero que hay que tener en cuenta son las creencias y valores que tienen tanto las chicas como los chicos, en torno a la posición de ambos sexos.

 Con este objetivo, la Concejalía para la Igualdad, además de las actividades programadas para este 25 de noviembre, puso en marcha la campaña de sensibilización “CAMBIA LA CANCIÓN, DI NO A LA VIOLENCIA MACHISTA”, financiada con cargo a los créditos recibidos del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad, para contribuir a evitar que entre los adolescentes arraiguen ideas erróneas sobre el amor; utilizando para ello, letras de canciones pegadizas, que no favorecen las relaciones igualitarias.

 Todo ello, sin olvidar la intención de este Ayuntamiento de seguir prestando atención psicológica y jurídica a las mujeres y a sus hijos, que puedan estar sufriendo violencia de género, antes de que las consecuencias sean irreparables.

 Las personas que representamos al Ayuntamiento de Fuengirola, y yo personalmente como alcaldesa, nos comprometemos a continuar trabajando en la línea de la campaña “NO SEAS MACHO, ATRÉVETE A SER HOMBRE”, pues es necesario una mayor implicación y un compromiso firme contra la violencia de género, por parte de ellos, para que el cambio sea posible. Es necesario que revisemos las creencias y comportamientos machistas, que tenemos tan arraigados, para poder encaminarnos hacia relaciones igualitarias.

 El Ayuntamiento de Fuengirola, con el convencimiento de que no existen barreras ideológicas ni políticas que pongan freno a una lucha común contra la violencia sexista, reitera, una vez más, su repulsa y condena en este acto a cualquier tipo de violencia contra las mujeres, no admitiendo ninguna justificación, promoviendo el cambio social mediante una posición de tolerancia cero frente al machismo, y no siendo cómplice con el silencio”.